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El SEÑOR está enojado con todas las naciones
    y con todos sus ejércitos.
Los ha condenado a una destrucción total;
    los ha entregado a la muerte.
Los muertos quedarán tirados;
    despedirán mal olor,
    y su sangre correrá por las montañas.
Los astros en su totalidad se desintegrarán,
    y el cielo se enrollará como un pergamino.
Todos los astros se apagarán
    como cuando las hojas de una vid
    o de una higuera se marchitan y caen.

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